MICRO MACHISMOS

Las grandes estrategias de poder, en las relaciones cotidianas, se hacen presentes en el micro nivel.

En las relaciones de pareja se dan estrategias de poder, que se han denominado:
pequeñas tiranías, terrorismo íntimo, violencia blanda.

Son estrategias que suelen quedar ignoradas, algunas consideradas normales y  otras legitimadas y que por ello se ejecutan impunemente.

Muchas no son concientes, lo que favorece su perpetuación.

En las relaciones entre mujeres y hombres no se juegan solamente diferencias sino, sobre todo, desigualdades.

Se juegan estrategias de poder, avaladas por el poder en el macro nivel, es decir en la estructura patriarcal de la sociedad.

Estas prácticas se denominan “Micro machismos”, que los hombres las ejecutan y las mujeres las aceptan. Ambos géneros las aceptan como “natural”.

LOS MICRO MACHISMOS

Los micro machismos son micro abusos y micro violencias, que están en la base y son el caldo de cultivo de las demás violencias de género(maltrato psicológico, sexual, físico y económico).
Los podemos clasificar en
– Micro machismos coercitivos o directos
– Micro machismos encubiertos, de control oculto o indirecto

MICRO MACHISMOS COERCITIVOS O DIRECTOS

Son aquellos dónde el varón usa la fuerza para intentar ejercer el poder sobre la mujer, limitando su libertad y controlando su pensamiento, su tiempo y su espacio, restringiendo su capacidad de decisión.

Estas conductas suelen promover la falta de autoestima y la inhibición en la mujer.

Intimidación

Es una conducta atemorizante que se ejerce cuando el varón ya es vivido como alguien abusador o agresivo.

Da indicios de que si no se le obedece “algo va a pasar”. Su mirada, el tono de su voz, la postura u otro indicador verbal o gestual sirven para atemorizar.

Para que esta amenaza sea creíble, cada tanto va a ejercer alguna muestra de poder abusivo o violento para recordar a la mujer lo que le puede pasar si no obedece.

Así se va logrando que el varón no sea molestado en lo que a él no le gusta y no estar disponible para nadie, salvo para sí mismo.

Control del dinero

Gran cantidad de maniobras son usadas por el varón para monopolizar el uso y  las decisiones sobre el dinero, limitando su acceso a la mujer.

Basado en la creencia de que el dinero es patrimonio masculino, son muy  variadas sus manifestaciones:
– No información sobre los usos del dinero común
– Control de gastos y exigencia de detalles
– Retención, lo que obliga a la mujer a pedir

Hay una negación del valor económico que supone el trabajo doméstico y el cuidado de los niños.

No participación en lo doméstico

Se le impone a la mujer hacerse cargo del cuidado de algo común en el hogar y de las personas que habitan en él.

Es una práctica de sobrecarga por omisión, que el varón justifica apelando a su rol de “proveedor” al que no se lo puede agobiar más de lo que soporta en su trabajo, con lo que le impone una doble jornada a la mujer que trabaja también fuera del hogar.

Esta conducta está basada en la creencia de que lo doméstico es femenino y lo público masculino.

Uso expansivo-abusivo del espacio físico y del tiempo para sí

Esta conducta se apoya en la premisa de que el espacio y el tiempo son posesión masculina y por lo tanto la mujer tiene poco derecho a ellos.

Por lo tanto cree que su apoderamiento es natural y no se piensa en la negociación de espacios y de tareas comunes que llevan tiempo.

Así, el varón invade con su ropa toda la casa, utiliza para su siesta el sillón del salón impidiendo el uso de ese espacio común, monopoliza el televisor, ocupa con sus piernas todo el espacio inferior de la mesa cuando se sientan alrededor de la mesa.

El varón crea tiempo de descanso y diversión a costa de la sobrecarga laboral de la mujer.

Por ejemplo, utiliza el fin de semana para sus aficiones, o posterga su llegada a casa luego del trabajo, evita donar tiempo para otros, o define como “impostergables” ciertas actividades que no lo son y lo alejan del hogar.

Insistencia abusiva

Conocido popularmente como “ganar por cansancio”, consiste en obtener lo que se quiere por insistencia inagotable, la mujer se cansa de mantener su propia opinión y al final acepta lo impuesto a cambio de un poco de paz.

Se basa en la creencia que el hombre siempre lleva la razón, incluso en temas específicamente femeninos.

Imposición de intimidad

Es una práctica coercitiva en cuanto el varón no se molesta en negociar momentos hacia la intimidad, es la seducción forzada cuando él quiere sexo.

Apelación a la superioridad de la lógica varonil

Se recurre a la “razón” varonil para imponer ideas, conductas o elecciones desfavorables para la mujer.

Es utilizada por varones que creen que tienen la única razón o que la suya es la mejor.

No tienen en cuenta los sentimientos ni las alternativas y suponen que expresar su argumento les da derecho a salirse con la suya.

Una maniobra especial es desvalorizar la opinión de las mujeres expresando que son tonterías o locuras.

Toma o abandonos repentinos del mando de la situación

Son maniobras de decidir sin consultar la opinión de la mujer, incluso en las que ella está involucrada, basándose en la creencia de que es el varón el único que tiene poder de decisión.
El ejemplo típico es la monopolización del zapping con el mando a distancia del televisor.

MICRO MACHISMOS ENCUBIERTOS

El varón oculta su objetivo de dominio y forzamiento de disponibilidad de la mujer.

No se utiliza la fuerza, como en los micro machismos coercitivos, sino el afecto y la inducción de actitudes para disminuir el pensamiento y la acción eficaz de la mujer, llevándola a hacer lo que no quiere y conduciéndola a la dirección elegida por él.

Aprovechan su confiabilidad afectiva y provocan en ella sentimientos de desvalimiento o impotencia, acompañadas de confusión, zozobra, culpa, dudas de sí misma, que favorecen el descenso de la autoestima y la auto credibilidad.

Por no ser evidentes, no se perciben en el momento, pero se sienten sus efectos coaccionantes, por lo que conducen a una reacción retardada de la mujer, con mal humor, frialdad y estallido de rabia “sin motivo”.

Muchos de ellos son considerados comportamientos masculinos normales y son muy efectivos acrecentando su poder para llevar adelante “sus” razones y “sus”deseos.

Son devastadores con las mujeres muy dependientes de la aprobación masculina.

Abuso de la capacidad femenina de cuidado

Probablemente son los micro machismos más avalados y silenciados por la cultura patriarcal.

El varón utiliza y explota la capacidad de las mujeres de cuidado hacia las otras personas, capacidad muy desarrollada en ellas por los efectos de la socialización que las impele a “ser para otros”.

Fuerzan disponibilidad incondicional a través de diferentes roles de servicio, como ser: madre, esposa, asistenta, secretaria,…

Las obligan a un sobre esfuerzo físico y emocional que le resta autonomía vital.

Así el hombre acrecienta su calidad de vida a expensas de la calidad de vida de su pareja

Maternalización inducida

Inducción para que la mujer sea como una madre cuidadosa y comprensiva.

Se promueve que la mujer priorice el cuidado hacia el varón, descuidando el cuidado hacia ella misma.

Se la manipula para que sea el “complemento del varón” o el “reposo del guerrero”.

Delegación del cuidado de los vínculos y las personas

Basado en la creencia que lo doméstico es patrimonio de la mujer, se impone de diversos modos que esa es la obligación de ella.

Debe cuidar de la pareja, de los hijos, de la familia de él, incluso de sus
amigos.

Esta sobreexplotación genera un deterioro personal y vincular en las mujeres.

Requerimientos abusivos solapados

Son pedidos “mudos”, que apelan al activar automáticamente los aspectos
“cuidadores” del rol femenino tradicional y hacer que la mujer cumpla con este

pedido sin percatarse que lo está haciendo por coacción.
También se encuentran en esta clasificación el “victimismo”por ser el proveedor, por
el que se requiere que no le pidan nada, porque su rol le agobia y ya hace bastante

Creación de falta de intimidad

Son maniobras activas de alejamiento que impiden la conexión.

Intentan controlar las reglas del diálogo a través de la distancia y están sostenidas en la creencia de su derecho a apartarse sin negociar y a disponer de sí sin limitaciones.

Así no se negocia cuánta intimidad tener, cuánta tarea doméstica realizar, cuándo estar disponible y qué merece compartirse.

Silencio

Esta actitud es una maniobra de dominación en tanto implica la imposición del silencio a la relación con la mujer, así no se siente obligado a hablar ni dar explicaciones.

Aislamiento y puesta de límites

Son maniobras de puesta de distancia e imposición de no acercamiento que suelen utilizarse cuando la mujer quiere intimidad, respuestas o conexión y no se inhibe con el silencio.

Puede ser físico, alejándose en algún espacio de la casa o en alguna actividad o puede ser mental, encerrándose en sus pensamientos.

Si esto falla, la puesta de límites con enfado es el siguiente paso.

Si ésto falla también, las frases defensivas con ira explosiva tiene un efecto paralizante ante la “invasión femenina”
– Déjame en paz!
– No me vengas con problemas!
– No me presiones!
– Nunca estás conforme!
– Estoy todo el día trabajando y quiero paz!

Avaricia de reconocimiento y disponibilidad

Son maniobras de retaceo de reconocimiento hacia la mujer como persona y de sus necesidades, valores, aportes y derechos. Se retacea también el cuidado y el apoyo.

Estas maniobras provocan también la sobre valoración de lo poco que brinda el
varón.

Los micro machismos son conductas normalizadas en las relaciones de pareja, producto de las desigualdades de género que provoca la cultura patriarcal.

El grave peligro está en no poder visualizarlos porque está en el entramado de los roles del hombre y de la mujer heredados socialmente.

Poder hacer concientes estas conductas es fundamental para desterrarlas y poder ir construyendo relaciones basadas en la comprensión y el cuidado mutuo, pilares de una sana relación de pareja.